Temprano comienza la jornada, que debiendo haber sido larga en navegación, se ha convertido en doble jornada con avería, "parada en boxes" y continuación incluidos.
Pero vamos por partes. Con un relativo parte meteorológico bonancible, zarpamos de Punta de Polacra, vientecico de levante, mar de popa, todo muy suave y "chill" como dicen ahora.
Despacito, sin prisas, vamos cubriendo millas, lo cual me hace confiarme, y si comencé la jornada con Génova y motor (a la francesa), decido izar la mayor a tope y apagar el motor.
Primer error del día: Navegar costeando y confiarme de las Bonanzas del Mediterráneo.
Pues eso, que de este "Mare Nostrum" no debes fiarte. Poco a poco, va subiendo el viento por el efecto del calor, también va subiendo lentamente la ola. Nada preocupante, o eso pensaba yo, la navegación se vuelve a ratos incómoda, por esos movimientos que genera la afamada PCOM (Puñetera Ola COrta del Mediterráneo) de la que en tantas ocasiones hemos hablado y comentado.
¡Que si quieres arroz, Catalina!, arranco el motor y abro el stopper de la driza del Génova. Vela abajo, tan abajo que se va al agua; barco con gobierno comprometido, no puedo meter motor con la vela en el agua.
Me voy, a "arrastraculos" al puesto de gobierno o "cockpit" que dicen los modernos, y doy motor. Ordeno mientras tanto el lío de cabos de la bañera. Pongo la mayor a la vía y la dejo izada para estabilizar el rumbo.
Vuelve una relativa calma, pero me doy cuenta de que unos "aditamentos" cuyo lugar habituales la entrepierna, están situados a la altura de los lóbulos de las orejas, y se niegan a bajar de ahí.
El viento continúa subiendo, así como la mar. Tomo la decisión de entrar en Garrucha, a modo de refugio y emergencia, envergar de nuevo la Génova (malditos enrolladores, con la de garruchos esto ya estaría solventado), y volver a zarpar...
Garrucha, bendito puerto (tengo un post pendiente). Me espera el marinero, al que ya conozco de mi estancia al bajar hacia Almería. Agobiado el buen hombre, porque mientras yo arribaba, otros 5 o 6 (fueron 7 finalmente) barcos pedían refugio. Y es que la cosa no era para menos... El viento subía hasta los 25 nudos con rachas de 30. Conseguimos amarrar el barco, de proa a la bocana, pues es de allí de donde viene el viento y la mar; poniendo amarras dobles, defensas como si no hubiera un mañana, y a pesar de eso, los movimientos hacen que el barco golpee el muelle-pantalán, que es demasiado alto, y no hay forma de calcular bien la posición de las defensas, con las lógicas consecuencias... El riel del cintón, a la altura del través, se deforma (habrá que arreglarlo, aunque solo sean unos tornillos), y una de las defensas hace "plum", no revienta, pero la válvula de hinchado sale volando.
Esperando que amaine algo el viento, así no hay manera de izar una vela, ayudo al marinero a atracar los 7 barcos que entran detrás mía... Todos "guiris" salvo dos, una familia de Granada y un viejo conocido del Tomás Maestre con su mujer. El resto guiris, que solo hablan guiri.
Total, que me convierto voluntariamente en traductor guiri-español para dar instrucciones, y en ayudante de marinero. Uno detrás de otro, y con bastante esfuerzos por la que estaba soplando, conseguimos amarrarlo todo.
A eso de las 8 de la tarde, cae el viento lo suficiente como para "apañar" de nuevo la Génova, lo que hago con presteza, pues no confío nada en que se mantenga esta encalmada. Cuando he acabado de "apañar" el barco y estoy presto a zarpar, el marinero me dice que me quede está noche y descanse, que me he ganado la estancia, es una oferta que no puedo rechazar ("The Goodfather"). Así que a dormir amarrado. ¡Menuda primera parte de la noche!, meneito de discoteca... A eso de las 3 o 4 de la madrugada, amaina el viento y la mar y se puede dormir sin el meneito ni la "ambientación musical". 9 de la mañana. Me despierto, café "comme il faut", aseo, organización del barco, consulta de la Meteo, y viendo que la cosa no pinta excesivamente mal, acabo zarpando como a las 11 de la mañana. La familia de Granada ha zarpado antes que yo (se acaban las vacaciones), mi viejo conocido del Tomás Maestre carga gasoil y zarpa también, con desperfectos según me contó por WhatsApp (un pasacabos arrancado, un candelero doblado y un par de defensas reventadas), pero sanos y salvos. Los guiris se quedan.
Nota: Me deberéis perdonar, pero las fotos de este post corresponden al principio y al final de la etapa; los nervios, las circunstancias... No dieron para más.
Zarpo de Garrucha bien descansado, muy agradecido con la marinería, y con la mosca detrás de la oreja por la dichosa Meteo, que no está nada clara. Pues amenaza otra como la de ayer a media tarde.
Total, que se me ha bajado bastante (por ahora) el nivel de chulería, y navego con Génova, mayor con dos rizos y punticamotor. La jornada transcurre sin incidencias reseñables, aparte del meneito que dejó lo de ayer.
A la altura de la Isla Negra, y un poco cansado de los flameos de la vela de proa, decido enrollarla. Dejo la mayor a la vía, y doy motor.
Comienza a subir el mar y el viento. Justo como ayer. Y como "marino prevenido, marino vivo", decido no llegar a Mazarrón. Me quedo en Águilas. Ahora viene la tarea de elegir. Puertos no (que no está "el horno para bollos"), fondeaderos... Los dos de la propia bahía de Aguilas están, a mí modo de entender, demasiado abiertos al sur y al este. Me quedan las opciones de Calabardina, tres cuartas de lo mismo, o la Cala del Hornillo, con su viejo cargadero de mineral...
Considero que esta es la mejor opción así que sorteando "chismes motorizados" y la "sapiencia" de sus patrones (¿Puede alguien explicarme por qué tienes que cortar la proa de un velero (de un velero o de cualquiera, pero en un velero, por el diseño de casco, el zarandeo que nos provocáis es mayor aún , llegando en algunas ocasiones a ser peligroso) a toda máquina, levantando una ola considerable, solo para llegar a puerto antes que... nadie?, es solamente un ejemplo), allí que me dirijo. Una vez consigo superar el paso que hay entre la Punta del nido del cuervo y la Isla del Fraile, entró, virando a babor, en esa pequeña ensenada, dividida en dos por un antiguo cargadero de mineral.
Paro motor, ordeno la mayor en los "lacys", que la había dejado caer "tal cual", cierro su bolsa, y cuando me paro a mirar el canal de acceso, entre la punta y la isla, a la bahía, veo que, efectivamente se ha liado. Bastante menos que ayer, pero se ha liado. Como me sospechaba, el lugar se encuentra "abarrotao" de pequeñas (y no tan pequeñas) motoras, bañistas, tablas de paddle hinchables, unicornios flotantes... Intento probar suerte en la parte de estribor del cargadero, pero allí no entro. Por poca cadena que largue, como bornee, a alguien le doy; y ya tuve bastantes golpes ayer. Así que me decido por la parte de babor del cargadero, y aunque no es la mejor opción, tengo sitio. Busco "mi huequecito" y ahí que largo el ancla y 30 metros de cadena (en 4 de fondo de arena) que más vale que sobre, que no que falte.
Me relajo. Hago unas cuántas fotos y las lanchitas comienzan a marcharse. Cena escasa, no me apetece mucha comida después de los días de estrés. Y a intentar dormir, dando por finalizada la etapa.
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