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miércoles, 10 de septiembre de 2025

Crónicas del YULUKA: Mantenimiento piloto automático Autohelm/Raymarine ST2000+

Bueno, pues como "al hombre parado, le tienta el pecado" que decía mi Señora Madre, y seguimos esperando el retorno del mini-YULUKA (la neumática) una vez curado de sus enfermedades, me he puesto a "mantener" los dichosos pilotos automáticos (siiii, hay que llevar dos, Manolito y su hermano Felipito -el de respeto-).

Al ser pilotos exteriores, tienen más sufrimiento que los que van montados en el interior, con ordenador, motor, y brazo separados (el ST4000 "de caña", por ejemplo), estos (ST1000, ST1000+, ST2000 y ST2000+) vienen presentados en una única unidad "compacta", es decir, con todo incluido dentro de una "caja" contenedora.


Trabajos sobre Manolito

Una vez desacoplado de su lugar habitual, es decir, en el puesto de gobierno y a su vez, desacoplado el brazo del "pin" situado en la caña del timón, procedemos a endulzarlo y limpiarlo exteriormente de la mejor manera posible.

Hecho esto, le damos la vuelta y retiramos con cuidado los ocho tornillos (de estrella) que mantienen unidas las dos partes de la carcasa.

Al separar estás dos partes, tendremos cuidado también de la "goma-junta de estanqueidad" que separa ambas carcasas.

Como en una primera inspección ocular compruebo que no hay nada "fuera de madre", con un pincelito de pelo sintético y un poco de grasa "solida" de la que llevamos para los winches, procedo a engrasar someramente el tornillo sinfín sobre el que se mueve el brazo que actúa sobre la caña del timón, así como el "trineo" que actúa sobre las dos guias paralelas. 

Revisamos las dos pequeñas correas de goma que accionan las poleas que transmiten el movimiento del motor hasta el tornillo sinfín y el brazo de actuación. Si estás dos pequeñas correas estuviesen rotas o cristalizadas, no nos quedará más remedio que "morir" a manos del servicio técnico oficial de Raymarine, pues mira que he buscado por la red y no he conseguido encontrar un "kit de sustitución" de dichas dos correas (ni en chinalandia ni en la selva amazónica, ni en ningún lado)

De nuevo con cuidado, procedo a situar la goma de estanqueidad, y procurando no aplastar ninguno de los cablecitos que llevan corriente al motor, vuelvo a atornillar esos ocho tornillos.

Se conecta en su lugar de trabajo y se prueba su movimiento, en todas y cada una de sus opciones, comprobando que este sea suave y no excesivamente ruidoso.

Si previamente hubiésemos observado que este tornillo sinfin, o los mecanismos que lo acompañan tienen acumulación de grasa "vieja" (no hay más que tocarlo, para que nuestros dedos queden tiznados de negro), procederemos a limpiarla aplicando, con dicho pincel, un poco de acetona hasta que quede completamente limpio, realizando esto como pasó previo a la lubricación antes citada. Trabajos sobre FelipitoFelipito es otra historia. En primer lugar, la pieza de plástico situada en el extremo del brazo accionador, la que se sitúa en el pin de la caña de gobierno, está rota. En segundo lugar, ese mismo bazo accionador está "atrancado" en la postura de máxima extensión. Pues vuelta a las labores de búsqueda de recambios, y visto que la pieza de plástico solamente la encuentro en chinalandia, pero el plazo de entrega es, sencillamente, excesivo (un mes y medio), me pongo a buscar soluciones alternativas, y he aquí que en un afamado foro náutico, existe un hilo sobre piezas y recambios impresos en 3D, y ahí que me lanzo a bucear entre los varios cientos de ellas que, principalmente son aportadas por uno de los cofrades (un millón de gracias LSV), me topo con el fichero que ando buscando.

Una vez descargado dicho fichero, lo envío por WhatsApp a un amiguete "de posibles" y que a su vez tiene otro amiguete que tiene una impresora doméstica de esas, pues le gustan los muñequitos esos de "warcraft" (creo que se llama así) y me imprime dos (uno para usar, otro para el afamado "respeto" o "para porsi") aunque en color blanco (bueno, me da un poco igual, mientras funcione).

Al cabo de unos días, cuando tengo los "tapones" en mi poder, y con bastante poca confianza, pues van roscados y no tengo claro que esa rosca coincida con el brazo de actuación del piloto, procedo a sustituir el viejo y roto por uno de los nuevos recién impresos.

¡Oh, sorpresa!, rosca a la perfección.

Bien, un problema solucionado. A por lo siguiente, el brazo atrancado.

Nada más sencillo de solucionar, solamente girar unas cuantas vueltas dicho brazo, con suavidad, haciendo que suelte. El problema se produjo por un mal montaje en una revisión que hace años le hicieron en el servicio oficial (fiate de los servicios oficiales), que no habían ajustado una pieza "de tope", bien, pues una vez liberado el brazo de dicho atranque, ajusto bien esa pieza final, consigo que "haga click", y ya está. Procedo al engrase y revisión de igual manera que con su hermano Manolito, lo cierro con cuidado y lo pruebo, igual que hice anteriormente.

Bricos terminados.

 






 


lunes, 8 de septiembre de 2025

Las crónicas de Abejonejo: Chárter náutico y algunos de sus patrones.

Llevo unos días en el muelle de espera de nuestro puerto, el Tomás Maestre, debido a necesidades de mantenimiento ineludible y realmente me ha dado tiempo a ver casi de todo, situaciones esperpénticas, comportamientos amables, encomiables, deleznables...

Desde patrones que realizan una aproximación y un atraque cuidadoso para no golpear ni molestar a nadie, patrones que tienen olvidado aquello de los 3 nudos de velocidad máxima en la zona portuaria, usuarios de "artefactos diabólicos náuticos" que hacen slalom en el canal, patrones que no llevan ni un cabo para amarrar su embarcación y solo se les ocurre coger las tuyas "porque total, tu las tienes puestas dobles" (por algo será, ¿no crees?). Estupendos "patrones", enfundados en sus ropajes de marca náutica fetén que tras topar con tu barco tienen la osadía de decir que ellos no te han dado... Patrones que tras amarrar su barco ayudan a amarrar la siguiente embarcación que accede a dicho muelle, lanchitas y otros artefactos navales matriculados en lista 6ª que dejan su embarcación amarrada al noray con un cabito "de fortuna" y de la calidad de un cordón de atar zapatos... ¡En fin!, de todo y casi todo.

Pero lo de ayer fue ya de "Medalla de Oro". Catamarán Lagoon 45, lista 6ª con patrón. Pasajeros, una troupe de centroeuropeos bien cargados de desinfectante alcoholico y más coloraos que una gamba bien cocinada; y evidentemente Patrón supuestamente profesional, uniformado con sus zapatitos náuticos "comme il faut", pantalones cortos azul marino con detalles en color naranja fosforito, náuticos por supuesto, gorra "reglamentaria" y su polo "de marca", lleno de insignias habilitantes del cargo que detenta por mor de una titulación oficial, y con la palabra "PATRON" serigrafiada a muy buen  tamaño y bien visible en su espalda. Por cierto, los 60 ya no los volvía a cumplir, vamos que no era ningún joven de nueva hornada.

Tras una entrada al canal a "toda máquina", y realizando una maniobra de ciaboga a la misma velocidad, pues ya había sobrepasado con creces dicho muelle, se dirige de proa y avante toda hacia el lugar de amarre. Sin calcular viento, corriente, deriva de la embarcación que "gobierna".

Y sucede, pues lo que tenía que suceder... Ante el asombro de la crientela y personal del restaurante sito junto al punto de cortesía, topa de proa y a buena velocidad contra dicho muelle. El buen hombre, supongo que sobrepasado por la situación, indica a una de las pasajeras que tome un cabo (unos 20 metros de driza del 12 que lleva en proa a modo de amarra), y por la banda "del muelle" (babor) intente amarrar al noray. La buena mujer, lanza el cabo por la banda contraria, estribor en este caso, pero lo lanza sin hacerlo firme a las bitas de la embarcación, sujetando dicho cabo con dos deditos (como si aquello se hiciese firme por si mismo en algún lado).

El dicho patrón, que tras el sonoro topetazo había cortado motor, y viendo que ese pedazo de barco comienza a irse, da toda máquina atrás, pero vayáis a creeros que lo hizo con los dos motores, ¡Que va!, solamente con el motor "de sotavento", con lo que el bicho vira deriva aún más y golpea mi popa con bastante violencia.

Comienzan los gritos desde el citado restaurante... No voy a repetirlos, pero no lo dejaban en buen lugar. Yo, que asomo mi cabeza, con el bocado de comida en plena masticación (ya suponéis que hora era), le digo que que hace, que si no se ha fijado en el golpe que me ha proporcionado, mientras inspecciono posibles desperfectos (afortunadamente, ninguno).

El buen hombre, de una manera bastante engolada se pone a decir e que el no me ha golpeado... Ya hay personas que han salido del restaurante y le están diciendo de todo. Vuelve a su trono de gobierno, está vez sí da todo atrás con los dos motores, y se vuelve a situar en el centro del canal.

Todos asombrados observamos la maniobra. 

Realiza una ciaboga para cambiar la banda de atraque. Parece que está vez, si tiene en cuenta corriente, viento y la posible deriva del barco, y se aproxima al muelle... Demasiada máquina.

Yo, que no soy ninguna "hermana de la caridad", pero no tengo ganas de percances, salgo del barco y junto al marinero "de servicio", le vamos dando indicaciones. Vuelven a lanzar las amarras (los dichosos 20 metros de driza), vuelven a no estar hechas firmes en ninguna parte, y comienza a dar instrucciones para que lo hagamos firme nosotros en los norays.

Hay mucha más gente, que viendo la incapacidad del buen hombre y los esfuerzos que realizamos para conseguir atracarlo y solventar el peligro que supone, han salido a intentar ayudar... No sin emitir todos los improperios náuticos habidos y por haber.

Para no alargarnos, conseguimos amarrarlo, al menos, al muelle, porque los cabos continuaban sin estar hechos firmes en las cornamusas del catamarán. Pero eso, se lo dejamos a el, que se gane el sueldo.

Los pasajeros desembarcan tambaleándose (el desinfectante líquido hace estragos), saltando,  exigiendo una pasarela, y sin desperdicio de tiempo, se dirigen al citado restaurante para reponer líquidos, supongo.

En el ínterin, otro pequeño catamarán "privado" ha atracado, ni un problema. Y junto con su patron y su señora, comentamos "la jugada" que unos habíamos sufrido y ellos visto.

Todo el mundo me dice que lo tienen todo grabado y que si voy a denunciar, los puedo usar de testigos. A todo esto, se me acerca el dichoso "profesional" (entonces es cuando me percató de su vestimenta y apariencia", y con más chulería que un ocho, comienza a decirme que quien soy yo para decir que EL, ni más ni menos que EL, me ha dado... Que si tengo algún problema, llame a la GC (no debió percatarse que la patrullera estaba atracada justo enfrente), que el barco no es suyo... A lo que, todos los que se habían acercado, comienzan a increparle y decirle que son testigos, que donde cxxxxxxxxx ha sacado el título. El hombre se achanta y se va a tomar "espirituosos" a la espera de sus centroeuropeos clientes... De la maniobra de desatraque... Pues algo parecido...

Corolario: Hemos hablado infinidad de veces de la imprudencia administrativa de permitir que personas sin conocimiento náutico gobiernen una embarcación; hemos hablado infinidad de veces de la inconsciencia de esos "conductores" de barcos, fuere cual fuere su tamaño, que sin el conocimiento necesario, alquilan embarcaciones y se lanzan "a playear" con ellas. Conozco patrones profesionales con muchas millas a sus espaldas, me precio de ser su amigo, y aún reconociendo que todos la fastidiamos alguna vez, no les conozco estás actitudes... Son cosas que pasan... Y si esto pasa en un entorno medianamente protegido como un puerto, ¿Que sucederá el día que este tipo de personas tenga un problema real en la mar?.

PD: evidentemente, tengo fotos identificativas de dicho catamarán, fotografías de mi popa, videos de la maniobra, declaraciones de los testigos oculares presentes... Lo digo "porsipara"

Ahora os dejo tres vídeos, cortesía de Andrei (un navegante ruso, con comentarios en ruso) que estaba tomando unas cervezas)... Hay más pero los guardaremos para "el sumario".






jueves, 4 de septiembre de 2025

Guia vital para el foráneo que visita Granada (update)

Tras diez años, ahí es nada, desde la publicación de aquel hilarante post-diccionario de "Granaino", creo llegado el momento de ampliar vuestro conocimiento de dichos, palabros y retruécanos... Gracias a un interesante trabajo de investigación de don Enrique Fernández de Piñar Garzón:

"EXPRESIONES POPULARES DEL ESPAÑOL QUE NACIERON EN GRANADA: HISTORIAS, LEYENDAS Y PERSONAJES DETRÁS DEL LENGUAJE COTIDIANO
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Granada no solo ha dejado huella en la historia a través de sus monumentos, su música o su gastronomía. También lo ha hecho en algo tan cotidiano y cercano como el lenguaje. En las calles del Albaicín, en las plazas de la Vega o en los pueblos de la Alpujarra han nacido expresiones que, con el paso del tiempo, han cruzado fronteras para instalarse en el español de todos. Dichos que hoy pronunciamos sin detenernos a pensar de dónde vienen, pero que hunden sus raíces en personajes singulares, episodios históricos y leyendas populares granadinas.

Algunos de estos giros lingüísticos nos parecen tan naturales que rara vez los cuestionamos: ¿por qué decimos “apaga y vámonos” cuando algo ha terminado? ¿Qué historia se esconde tras la frase “eres más feo que Picio”? ¿De dónde procede esa ironía tan granadina de la “malafollá”? ¿Quién fue el Niño de las Gabias, al que aún invocamos para hablar de testarudez o de cabezas grandes? Y qué decir de expresiones cargadas de historia, como “hacer las cuentas del Gran Capitán”, “que salga el sol por Antequera” o “no hay moros en la costa”, nacidas en escenarios bélicos y convertidas en frases comunes que todos reconocemos. Incluso la más irreverente, “el coño de la Bernarda”, hunde sus raíces en la tradición oral granadina y ha pasado a simbolizar el caos absoluto.

Cada una de estas expresiones guarda tras de sí una pequeña cápsula de historia, una mezcla de realidad, mito y retranca popular. Algunas nacieron de personajes reales que dejaron huella por su singularidad, otras de episodios históricos que marcaron a Granada y sus gentes, y otras de leyendas transmitidas de boca en boca hasta hacerse proverbiales. Lo fascinante es que, siglos después, todas siguen vivas en el lenguaje y continúan usándose como si fueran creaciones recientes.

Este recorrido por el origen de ocho de las expresiones más conocidas del español nos invita, en definitiva, a redescubrir Granada desde un prisma distinto: el de la lengua y el humor, la ironía y la memoria. Porque Granada no solo se admira en la Alhambra o se saborea en una tapa: también se escucha y se reconoce en las palabras que decimos sin saber que, en algún momento de la historia, empezaron a pronunciarse en sus calles.

MALAFOLLÁ 
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La palabra malafollá se utiliza hoy para describir un rasgo muy asociado al carácter granadino, entendido no como mala educación ni como un genio irascible, sino más bien como una forma de ironía seca, borde en apariencia, pero cargada de retranca. Así lo recogen tanto la prensa local como diversos autores granadinos, que insisten en que se trata de una forma particular de humor directo y sin adornos.

En cuanto a su etimología, la base más sólida está en el verbo follar, que en su primera acepción tradicional significa “soplar con el fuelle” —derivado del latín follis, es decir, fuelle—. A partir de ahí, se interpreta que malafollá es la contracción popular de “mala follada”, es decir, un mal soplado o un mal manejo del fuelle. La evolución hacia la forma actual se explica por fenómenos fonéticos propios del andaluz oriental, como la pérdida de la -d- intervocálica en terminaciones -ado/-ada y la apócope en el habla cotidiana, que convierten “follada” en “follá”.

La versión tradicional más repetida sobre su origen apunta a las herrerías del Albaicín y del Sacromonte. Se dice que cuando un aprendiz no manejaba bien el fuelle y no lograba mantener la temperatura adecuada del fuego, el maestro le reprochaba con un “¡qué mala follá tienes!”. De ahí habría pasado al sentido figurado, para referirse a un mal aire o a un talante áspero. Ahora bien, aunque la anécdota es citada en numerosos medios locales y recopilaciones divulgativas, no existe ningún documento histórico que confirme de forma directa este nacimiento; se trata de una etimología popular muy extendida, pero sin prueba documental.

En los diccionarios, la palabra malafollá no aparece como entrada en el DLE de la RAE, aunque sí figura el verbo follar en su acepción antigua de soplar con el fuelle. Otros repertorios más modernos, como el diccionario de la Fundación BBVA, sí recogen mala follada o malafollada con el sentido de mal carácter o mal talante, lo que respalda el significado actual desligado del valor sexual que adquirió el verbo en época más reciente.

Existen además dos obras clave que han fijado el concepto en la cultura local contemporánea: La malafollá granaína de José G. Ladrón de Guevara, publicada por primera vez en 1990 y reeditada en varias ocasiones, y el Manual del perfecto malafollá de Andrés Cárdenas (2016), que actualiza la definición en tono satírico y divulgativo.

Aunque su identidad está marcada sobre todo en Granada, hay testimonios de que también se emplea en provincias vecinas como Jaén, si bien siempre con referencia al “sabor granadino” que la ha hecho famosa. En los medios andaluces suele explicarse como un humor seco y punzante, más que como una señal de grosería.

En definitiva, la malafollá tiene una base etimológica firme en el antiguo verbo follar con el sentido de soplar el fuelle, una explicación fonética coherente que explica la evolución de la palabra, y un relato legendario de herrería que ha servido de etimología popular. No hay pruebas documentales directas de su origen, pero su fuerza cultural ha convertido el término en un auténtico emblema del carácter granadino.

APAGA Y VÁMONOS. 
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La expresión “apaga y vámonos” se utiliza en la actualidad con dos sentidos principales. Por un lado, sirve para señalar que algo ha llegado a su fin, como quien dice “se acabó lo que se daba”. Por otro, se emplea cuando nos encontramos ante una situación absurda, disparatada o escandalosa y la reacción lógica es abandonar el lugar, como si literalmente se cerrara y se apagaran las luces antes de marcharse. La propia Real Academia Española la define como una locución que se usa tanto al conocer que algo toca a su término como al presenciar algo muy fuera de lo común o excesivo.

En cuanto a su origen, una de las versiones más repetidas por la tradición sitúa la anécdota en Pitres, un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina. Allí, dos sacerdotes competían por ocupar la plaza de capellán castrense y decidieron resolverlo con una apuesta: ganaría quien oficiara la misa en menos tiempo. 

El primero de ellos, dispuesto a no perder un instante, se presentó en el altar y, sin seguir el orden litúrgico habitual, pronunció directamente la fórmula latina Ite, missa est, es decir, “la misa ha terminado”. De esa manera dio por concluida la ceremonia de inmediato. El segundo sacerdote, viendo imposible superar semejante atajo, reaccionó entre la resignación y el enfado y se dirigió al monaguillo con una frase que pasaría a la posteridad: “¡Apaga y vámonos!”. Con ello no solo puso fin a la misa, sino también a la peculiar competición.

Este relato fue recogido por varias fuentes literarias e históricas. Luis Montoto Rautenstrauch lo incluyó en 1888 en su obra Un paquete de cartas, dándole ya un carácter figurado y familiar. Antes, en 1879, el presbítero José María Sbarbi lo había publicado en El Averiguador Universal como “una historieta andaluza” sucedida en Pitres. Y en 1903, la revista Alrededor del Mundo lo narró con tintes folclóricos, añadiendo incluso detalles como que la misa coincidió con la fiesta de San Roque y que los protagonistas iban algo alegres de copas.

Pese a lo pintoresco del relato, no existe ninguna evidencia documental de época que confirme el episodio en los siglos XVI al XVIII. Todo lo que sabemos proviene de versiones literarias y folclóricas del siglo XIX en adelante. Con el paso del tiempo, esa anécdota se consolidó como explicación popular de la expresión, aunque los especialistas coinciden en que debe considerarse más bien una etimología legendaria que un hecho histórico demostrado.

En conclusión, “apaga y vámonos” es hoy un modismo muy extendido en todo el español que significa dar por concluido algo de forma abrupta o reaccionar ante lo absurdo. Su supuesto origen en la pugna de dos curas de Pitres ha pasado a la tradición, pero carece de pruebas documentales directas; lo que tenemos son narraciones que circularon en la literatura costumbrista y satírica del XIX, suficientes para que el dicho granadino se convirtiera en patrimonio lingüístico común.

MÁS FEO QUE PICIO. 
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Una de las versiones más difundidas y entrañables en la tradición granadina cuenta que Picio —cuyo nombre real fue, según algunas fuentes, Francisco— era un zapatero de Alhendín, una localidad cercana a Granada. En un momento crítico de su vida, fue condenado a muerte; sin embargo, cuando ya estaba en capilla, recibió inesperadamente la noticia de que su condena había sido revocada.

La sorpresa fue tan descomunal que su cuerpo reaccionó de forma drástica: perdió todo el cabello, incluidas cejas y pestañas, y comenzaron a aparecer extrañas protuberancias y tumores en su rostro. El individuo quedó tan desfigurado que se convirtió en el paradigma de la fealdad para todos los que lo conocieron.

Ante tal transformación, Picio optó por escapar de la realidad cotidiana: primero se refugió en Lanjarón —donde, por su deformidad, mantuvo siempre puesto un pañuelo que le cubría la calva y evitaba entrar en la iglesia—, y luego se trasladó a la ciudad de Granada, donde falleció poco después.

Fue gracias al teatro cómico que su figura comenzó a trascender el ámbito local. El famoso actor Isidoro Máiquez incorporó a Picio como personaje en sus obras, interpretándolo con máscaras o maquillajes que resaltaban su fealdad. Estas representaciones recorrieron los escenarios de toda España, y de ahí la frase “eres más feo que Picio” saltó al folclore y la literatura.

La expresión se popularizó tanto que ya en el siglo XIX figura en diversas obras literarias. Por ejemplo, Pedro Antonio de Alarcón la utilizó en su novela El Sombrero de tres picos (1874): “El tío Lucas era más feo que Picio” . Más tarde, la RAE la incluyó en el diccionario, definiéndola como una forma familiar y figurada de referirse a alguien extremadamente feo.

En resumen: lo que comenzó como una tragedia personal —una transformación física llevada al extremo por la impresión del indulto— terminó convirtiéndose en modelo cultural de la fealdad tan arraigado que hoy sirve como frase coloquial en toda España.

EL COÑO DE LA BERNARDA
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La expresión “el coño de la Bernarda” se utiliza hoy para describir un completo desorden, un caos donde cada cual hace y deshace a su antojo sin que exista coordinación alguna. Con ella se señala un estado de confusión generalizada, aplicado tanto a situaciones como a lugares, y aunque resulta grosera, se usa con frecuencia en tono coloquial o irónico para remarcar el desbarajuste absoluto.

En lo relativo a su etimología, no existe una explicación filológica asentada ni está registrada como tal en el diccionario de la RAE. El término surge de la unión de un personaje femenino, Bernarda, con el órgano sexual femenino convertido en símbolo de descontrol y acceso indiscriminado. En repertorios modernos y corpus de uso sí aparece recogida con el sentido de barullo, confusión o falta de orden, lo que confirma su arraigo en el habla popular, aunque siempre marcada como vulgar.

El relato tradicional más repetido sitúa su origen en Granada, en torno a una santera llamada Bernarda que habría vivido en las Alpujarras durante el siglo XVI. Se cuenta que mezclaba rezos cristianos y musulmanes para curar enfermos, y que, tras su muerte, cuando se abrió su tumba, se descubrió que sus genitales permanecían incorruptos, lo que llevó a considerarlos casi una reliquia. Esa fama habría convertido su sexo en símbolo de prodigios y, con el tiempo, en metáfora de confusión y de acceso colectivo. Existen también otras variantes: en Ciudad Real se habla de una curandera rural que sanaba animales con el mismo recurso, mientras que en Sevilla la leyenda toma un rumbo distinto y describe a Bernarda como una prostituta muy solicitada, cuyo cuerpo se convirtió en emblema de promiscuidad y caos. Ninguna de estas versiones, sin embargo, está documentada con pruebas históricas directas y todas forman parte de la tradición oral y el folclore.

En los repertorios lexicográficos académicos no se encuentra la expresión, pero sí se recoge en diccionarios de uso moderno y en foros lingüísticos, donde se define como sinónimo de desorden y falta de control. Además, artículos de divulgación en medios como Granada Hoy o Yorokobu han contribuido a recopilar y difundir las distintas leyendas, reforzando su presencia en la cultura popular contemporánea.

En definitiva, “el coño de la Bernarda” es una expresión coloquial de fuerte carga expresiva que ha trascendido su posible origen legendario para convertirse en un recurso común del español. No existen pruebas históricas que avalen ninguna de las historias atribuidas a la misteriosa Bernarda, pero la fuerza del mito, sumada a su crudeza y su capacidad para ilustrar el desorden más absoluto, la han consolidado como una de las frases más pintorescas y extendidas de nuestro idioma.

QUE SALGA EL SOL POR ANTEQUERA
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La expresión “que salga el sol por Antequera” se emplea hoy en el lenguaje coloquial cuando alguien toma una decisión sin miedo a las consecuencias, aceptando lo que venga después. Es una manera de subrayar la determinación y el arrojo de quien actúa sin vacilar, aunque la situación sea arriesgada o incierta. En el habla popular se utiliza como sinónimo de “adelante, pase lo que pase” o “sea lo que Dios quiera”.

En lo relativo a su origen, se trata de un dicho con raíces históricas en el contexto de la conquista de Granada por los Reyes Católicos. Durante la campaña final, a finales del siglo XV, los soldados cristianos se encontraban en los alrededores de la Vega y se decía que, aunque el sol amaneciera por Antequera —una ciudad situada al oeste de Granada, es decir, en dirección contraria al lugar natural de la salida del sol—, la ciudad sería tomada igualmente. El giro, por tanto, nació como una forma hiperbólica de expresar que nada podía ya torcer el destino de la empresa, ni siquiera un imposible como que el sol saliera por poniente.

Existen otras versiones más literarias o costumbristas que sitúan la frase en la determinación de los habitantes de Antequera a la hora de encarar batallas o decisiones arriesgadas, vinculando así el topónimo a un espíritu de coraje y firmeza. Sin embargo, la explicación más asentada es la que la relaciona con la toma de Granada en 1491, cuando la expresión reflejaba la convicción de que, ocurriera lo que ocurriera, el desenlace sería favorable para los cristianos.

En los diccionarios de uso del español la frase se recoge como locución proverbial, con el sentido de actuar sin vacilación o con decisión, mientras que en los repertorios de refranes andaluces aparece específicamente vinculada a la ciudad de Antequera. Autores como Correas, en sus colecciones de refranes, ya daban cuenta de expresiones similares en el Siglo de Oro, lo que respalda su antigüedad.

En definitiva, “que salga el sol por Antequera” es una expresión que combina historia y metáfora. Nacida como un giro hiperbólico en la campaña de Granada, ha sobrevivido durante siglos en el refranero español y sigue usándose hoy para subrayar el valor y la resolución ante cualquier circunstancia. Aunque su origen concreto se rodea de un halo legendario, su fuerza simbólica la ha convertido en un emblema de determinación arraigado tanto en Andalucía como en el resto de España.

ERES MÁS CABEZÓN QUE EL NIÑO GABIA 
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La expresión “eres más cabezón que el Niño de las Gabias” se utiliza hoy en Granada para señalar a una persona obstinada y testaruda, que mantiene su postura aunque se le den todo tipo de argumentos en contra. De forma paralela, también es habitual escuchar “tienes más cabeza que el Niño de Gabia” cuando se hace referencia, en tono irónico, a alguien con la cabeza físicamente grande. Ambas fórmulas se han consolidado en el habla popular como sinónimos de tozudez extrema o de exageración física.

En lo relativo a su origen, la frase está vinculada a un personaje real, Manuel Fernández Baena, nacido en Las Gabias en 1868. Desde niño padeció hidrocefalia, una enfermedad congénita que hizo crecer su cráneo hasta dimensiones extraordinarias, duplicando con creces el volumen de una cabeza normal. Este aspecto lo convirtió en objeto de burlas y en personaje singular de la comarca, conocido en vida como “el Niño de las Gabias”.

Su historia, sin embargo, no terminó en lo anecdótico. Tras su muerte en 1917, su cráneo fue donado a la Facultad de Medicina de Granada, donde se estudió como caso excepcional y sirvió para comprender mejor la hidrocefalia y avanzar en tratamientos médicos. Así, su peculiaridad física trascendió en el tiempo, convirtiéndose no solo en motivo de chanza popular sino también en aportación científica de interés.

Con el paso de los años, la figura del Niño de las Gabias pasó a formar parte de la memoria colectiva. En la propia localidad se levantó un busto en su honor, y su nombre se asocia a la comitiva de gigantes y cabezudos de la Tarasca granadina. La gente del pueblo reivindica hoy su recuerdo con cierto orgullo, reconociéndolo como parte de la identidad local.

En definitiva, “eres más cabezón que el Niño de las Gabias” y su variante “tienes más cabeza que el Niño de Gabia” son expresiones nacidas de un personaje real cuya condición física extraordinaria derivó en un dicho proverbial. Lo que en origen fue una peculiaridad médica se convirtió en legado cultural, y todavía hoy su nombre sirve para representar, con retranca y humor granadino, la tozudez y la exageración.

HACER LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN. 
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La expresión “hacer las cuentas del Gran Capitán” se utiliza hoy para referirse a explicaciones exageradas, absurdas o poco claras que alguien da al justificar un gasto o una acción. Se aplica tanto en contextos económicos como en cualquier situación donde una persona intenta dar razones inverosímiles, infladas o disparatadas, y suele usarse con un matiz humorístico o irónico.

En lo relativo a su origen, la frase está asociada a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453-1515), uno de los militares más célebres de la historia de España. Tras sus exitosas campañas en Nápoles al servicio de los Reyes Católicos, y después de haber consolidado la hegemonía española en Italia, Fernando el Católico le pidió cuentas de los cuantiosos gastos ocasionados en la guerra. El general, molesto por lo que interpretó como una falta de confianza hacia él —a quien se debía en buena medida la conquista—, respondió con un listado de gastos desmesurados y ficticios, conocidos desde entonces como “las cuentas del Gran Capitán”.

En este famoso inventario satírico, tal y como ha llegado hasta nosotros por la tradición literaria, se incluían conceptos como cien millones de ducados en picos, palas y azadones “para enterrar a los enemigos muertos”; ciento cincuenta mil ducados en frailes y monjas “para que rogasen a Dios por las almas de los soldados caídos”; cien mil ducados en guantes perfumados “para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres”; y ciento sesenta mil ducados en campanas “para repicar las victorias”. Finalmente, concluía que, por la paciencia de haber soportado el reproche del rey, se debían otros cien millones de ducados.

Aunque no se conserva documentación original de esta respuesta ni constancia oficial de que Gonzalo de Córdoba la diera en esos términos, la anécdota fue recogida en crónicas y obras literarias posteriores, como las de Luis del Mármol Carvajal o Antonio de Guevara, que contribuyeron a fijar el mito. La fuerza de la narración, junto al carácter extraordinario del personaje, hicieron que se consolidara en el refranero como símbolo de cuentas imposibles de justificar.

En los diccionarios del español, la locución aparece definida como “dar explicaciones inverosímiles o exageradas, especialmente sobre gastos”. Su uso se ha mantenido hasta hoy tanto en la lengua culta como en la popular, lo que demuestra la vigencia de un dicho nacido en el Renacimiento y convertido en recurso expresivo de primer orden.

En definitiva, “hacer las cuentas del Gran Capitán” remite a un episodio legendario vinculado a la figura histórica de Gonzalo Fernández de Córdoba. Más allá de la veracidad documental, lo cierto es que el relato ha pasado de generación en generación y sigue vivo como metáfora de justificaciones disparatadas. Su valor simbólico convierte a esta expresión en una de las herencias lingüísticas más notables que Granada y su hijo ilustre han dejado al idioma español.

NO HAY MOROS EN LA COSTA
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La expresión “no hay moros en la costa” se emplea hoy de manera figurada para advertir de que no existe peligro alguno o que el camino está libre de obstáculos y vigilantes. En el lenguaje coloquial, suele usarse en tono cómplice cuando alguien quiere indicar que no hay nadie observando y se puede actuar con tranquilidad, aunque también conserva el matiz de “no hay amenaza a la vista”.

En lo relativo a su origen, la frase se remonta a la época posterior a la conquista de Granada en 1492 y a las continuas incursiones de piratas berberiscos que, desde la costa norteafricana, asolaban con frecuencia el litoral andaluz. Durante los siglos XVI y XVII, pueblos como Motril, Salobreña, Almuñécar o Adra sufrieron repetidos ataques que incluían saqueos, incendios y secuestros de población para su venta como esclavos en el Magreb. Para prevenir estas incursiones, se construyó una red de torres vigía y atalayas a lo largo de la costa granadina, desde donde se oteaba el mar en busca de embarcaciones enemigas.

Cuando las centinelas no avistaban peligro alguno, avisaban a los vecinos con señales de humo o fuego, indicando que “no había moros en la costa”. De esta manera, la población podía permanecer tranquila, sabiendo que no había amenaza inmediata. El aviso, repetido generación tras generación, acabó convirtiéndose en expresión proverbial más allá de la costa y de su sentido literal, hasta adquirir el valor figurado que conserva hoy en el español general.

En repertorios de refranes y diccionarios históricos, la locución se recoge ya con este sentido de seguridad y ausencia de peligro. Aunque algunos estudios sitúan su posible origen también en Levante (Valencia o Murcia, igualmente asoladas por incursiones berberiscas), lo cierto es que en Granada y su litoral tuvo un uso especialmente intenso, como atestiguan las crónicas de los ataques sufridos por Motril en el siglo XVI.

En definitiva, “no hay moros en la costa” es una expresión nacida del contexto histórico de la defensa del litoral andaluz frente a las incursiones norteafricanas, que ha sobrevivido en el idioma hasta transformarse en metáfora cotidiana. Su carga histórica recuerda la inseguridad de aquellos siglos, pero en el habla moderna se ha desprendido de esa literalidad para convertirse en una fórmula coloquial de complicidad y alivio, todavía viva en todo el ámbito hispánico.

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Estas ocho expresiones nacidas en Granada son mucho más que simples giros coloquiales: son pequeñas piezas de historia viva que han atravesado siglos y fronteras para instalarse en el español de hoy. Algunas surgieron de personajes reales, otras de episodios históricos y otras de leyendas populares, pero todas conservan el sabor local de una tierra que ha sabido mezclar humor, ingenio y memoria en su manera de hablar.

Granada no solo dejó herencia en la piedra de la Alhambra, en los cantares del flamenco o en la literatura de sus poetas: también lo hizo en el habla cotidiana, en esas frases que repetimos casi sin pensar y que, sin embargo, nos conectan con historias sorprendentes. Recordarlas, conocer su origen y mantenerlas vivas es otra forma de celebrar la identidad de un pueblo y de reivindicar que la lengua, como la cultura, también se alimenta de leyendas, ironías y retrancas.
Referencias: 

Malafollá
Diccionario de la Real Academia Española (DLE), voz follar.
Fundación BBVA. Diccionario del español actual.
Ladrón de Guevara, J. G. (1990). La malafollá granaína. Granada: Editorial Comares.
Cárdenas, A. (2016). Manual del perfecto malafollá. Granada: Dauro.
“La malafollá granaína, rasgo de humor seco”. Granada Hoy (2015).

Apaga y vámonos
Montoto Rautenstrauch, L. (1888). Un paquete de cartas. Sevilla.
Sbarbi, J. M. (1879). El Averiguador Universal. Madrid.
“¿Cuál es el origen del dicho ‘apaga y vámonos’?”. 20 Minutos (2023).
“Apaga y vámonos, origen en Pitres (Granada)”. OKDiario (2025).
“De dónde viene la expresión”. Muy Interesante (2022).
Rincones de Granada: artículo “Apaga y vámonos” (2018).

Más feo que Picio
“El granadino tan feo que lo incluyeron en el diccionario de la RAE”. El Independiente de Granada (2017).
"Origen de la expresión ‘eres más feo que Picio’”. Escapada Rural (2019).
“¿Por qué se dice ‘más feo que Picio’?”. OgoTours (2018).
Alarcón, P. A. de (1874). El sombrero de tres picos. Madrid.
Rincones de Granada: artículo “Ser más feo que Picio” (2018).

El coño de la Bernarda
Talens, M. (1992). La parábola de Carmen La Reina. Madrid: Debate.
“El coño de la Bernarda, origen granadino”. Granada Hoy (2015).
“El origen de los dichos: el coño de la Bernarda”. Yorokobu (2019).
“El coño de la Bernarda: mito y leyenda”. Historias de Mujeres (2020).
Foro WordReference, entrada “el coño de la Bernarda” (2007).

Que salga el sol por Antequera
Correas, G. (1627/1906). Vocabulario de refranes y frases proverbiales. Madrid: RAE.
“Que salga el sol por Antequera, expresión histórica”. Rincones de Granada (2017).
Diccionario de Refranes de la lengua española, entrada “sol por Antequera”.
Diversos repertorios costumbristas andaluces (ss. XIX-XX).

Eres más cabezón que el Niño de las Gabias
Canal UGR. “El Niño de Gabia y el estudio de la hidrocefalia” (2021).
Granada Hoy. “Pillos, excéntricos y singulares: el Niño de Gabia” (2021).
Reconquista Hispánica: “Tienes más cabeza que el Niño de Gabia” (2020)
Facultad de Medicina (UGR). Patrimonio histórico y antropológico, documentación sobre el cráneo de Manuel Fernández Baena.
Busto en Las Gabias, obra del escultor Javier Casares, inaugurado 2015.

Hacer las cuentas del Gran Capitán
Mármol Carvajal, L. del (s. XVI). Historia del rebelión y castigo de los moriscos de Granada.
Guevara, A. de (1528). Epístolas familiares.
Diversos refraneros castellanos (siglos XVI-XVII).
Diccionario de la lengua española (DLE, RAE), entrada “cuentas del Gran Capitán”.
Artículos divulgativos en prensa: ABC Historia, Granada Hoy.

No hay moros en la costa
Diccionario de la lengua española (DLE, RAE), locución “no hay moros en la costa”.
Archivo Histórico de Motril: referencias a ataques berberiscos (siglo XVI).
“El origen de la expresión ‘no hay moros en la costa’”. Rincones de Granada (2018).
“Moros en la costa: el lenguaje de las atalayas”. La Opinión de Málaga (2019).
Diccionarios de refranes castellanos, ss. XVIII-XIX."

sábado, 30 de agosto de 2025

Crónicas del YULUKA: Lo que no te cuenta el manual sobre el fueraborda. (Un artículo de Enrique Estevez)

"Lo que no cuenta el manual sobre el Fueraborda

En este capítulo, se intenta otorgar al navegante recursos en reparaciones mecánicas ligeras, adquiriendo autosuficiencia de modo de no depender de un remolque prematuro.

Por tanto abordaremos el tema que hace a las reparaciones ligeras del motor fuera de borda del dinghy o bote auxiliar.

EL FUERABORDA

Tomando como denominador común un velero o un yate motor de entre 26 y 40 pies, (lo habitual en clubes náuticos), su dinghy o bote auxiliar no será de gran eslora, de modo de poder estibarlo en cubierta o colgarlo en pescantes. Por tanto el fuera de borda siendo acorde a la eslora, tendrá una potencia de 2,5 a 10 HP. 

Es cierto que algunos auxiliares poseen motores de gran potencia, pero pertenecen a esloras cuyos propietarios seguramente no perderán su tiempo en echar mano a las reparaciones, por ligeras que fuesen.

TIPOS DE FUERABORDA

Los hay de 2 tiempos y de 4 tiempos.

Dos tiempos:

La característica principal consiste en que consumen una mezcla de gasolina con aceite en una proporción de 2%, que equivale a 50:1 (50 partes de gasolina por 1 de aceite) o aproximadamente 20 ml de aceite por litro de gasolina. O lo que es más simple: 200 ml de aceite por cada 5 litros de nafta.

Características secundarias: 

Respecto de compararlos con sus homónimos de 4 tiempos, los de 2 tiempos son más ruidosos, más vibradores, más consumidores, menos potentes y más contaminantes.

Su virtud por sobre los 4 tiempos es que es más simple su mecánica, lo que se traduce en ser más livianos, y no llevan aceite en su interior, motivo por el cual puede acostarlos para su traslado sin el riesgo de derrame.

4 tiempos:

La característica principal radica en que consumen sólo gasolina, lo cual simplifica tanto su recarga como el acopio de la misma.

Características secundarias: 

Respecto de sus homónimos de 2 tiempos, son menos ruidosos. Son menos vibradores. Son más económicos en su consumo de combustible. Son más potentes. 

Su defecto respecto a los de 2 tiempos es que son más pesados, más costosos y más complejos.

PROBLEMAS CARACTERÍSTICOS DE UNO Y OTRO:

Los motores de 2 tiempos suelen manifestar problemas relacionados con el combustible. 

Al ser una mezcla de gasolina con aceite, éste último al estar en contacto con la gasolina, modifica su consistencia en el caso de quedar quieto y estancado, de resultas de lo cual, va adoptando una consistencia de mayor densidad obstruyendo conductos estrechos.

El conducto estrecho por excelencia es el chiclé del carburador. 

La densidad de la mezcla avejentada lo obstruye primero parcialmente, lo que le permite encender y funcionar en alta velocidad, pero deja de funcionar en baja, lo que dificulta enormemente la acción de atraque y desatraque.

Los motores de 4 tiempos generalmente están libres del problema anterior, pero al llevar aceite en su interior, debe estar atento a su nivel ya que carecer del mismo puede comenzar a saltar el cambio y luego romper la trasmisión.

PROBLEMAS Y SU MECÁNICA LIGERA:

Ante la contingencia del no funcionamiento del motor, debería seguirse un orden de observación y descarte de posibles defectos, deterioros o roturas.

Orden de observación: 

  • Problemas eléctricos.
  • Problemas de combustible.
  • Problemas de refrigeración.

PROBLEMAS ELÉCTRICOS.

El motor para funcionar requiere de energía eléctrica. Esto es para que la bujía produzca chispas. Las mismas enciendan la mezcla de combustible y aire que a su vez explota e impulsa el pistón dentro del cilindro, que a su vez hace girar el cigüeñal y aquél a la hélice.

Pues de no encender el motor, por más tensiones del cordel de arranque que usted realice, no encenderá, de modo que proceda a dar descanso a su brazo.

Quite la carcasa. Diríjase a la cabeza del cilindro sobre la cual se halla enroscada la o las bujías, (si es que posee uno o dos cilindros).

Quite el capuchón del cable inserto en la misma. 

Con el sacabujía o sucedáneo, (un tubo del juego de llaves de tubo), desenrosquela. 

Una vez la bujía fuera de su lugar, colóquele nuevamente el capuchón. Contacte su sector metálico con cualquier metal del motor y sosteniéndola del aislante accione el cordel de arranque. 

En su extremo debe haber chispas.

Si no las hay, proceda a lijar y limpiar el electrodo y pruebe nuevamente. 

De persistir ausencia de chispa, adquiera bujía nueva y regrese a probar.

Si con bujía nueva no produce chispas, el problema es la bobina.

Consulte un tutorial desde su móvil y proceda a quitarla. Quizás haya sarro en los contactos y vuelva a funcionar. De lo contrario reemplácela.

Si no la halla en el mercado, puede reemplazarse por una de motocicleta.

PROBLEMAS DE COMBUSTIBLE

Si la bujía produce chispas, y continúa sin encender sospeche problema de combustible.

La inspección debe llevar el sentido que va desde el tanque hasta el carburador.

  • Observe que en el tanque haya combustible limpio y no avejentado. Reemplácelo.
  • Desenrosque el centro de la tapa del tanque, (pequeña taponcito a rosca situada en el centro de la tapon mayor). Muchas veces sucede que está ajustado formando vacío en el interior, lo que impide que fluya combustible hacia el motor.
  • Observe que la manguera que sale del tanque no esté estrangulada, (dobleces). 
  • Constate que las abrazaderas de la bombita manual, (perita), ajusten sin pérdidas de gasolina.
  • Revise el acople de la manguera al ingresar al motor. Posee una unión con acople macho-hembra. Uno de ambos posee un orificio con una válvula consistente en una bolita metálica que es presionada por un apéndice punzante del otro componente. 

De no haber pérdidas y de no estar obstruido, continúe el rumbo de la manguera interior del motor.

- Palanca - grifo. 

Casi todos los motores poseen un pase de combustible consistente en un grifo pequeño con palanca que cierra o abre de acuerdo a su posición. 

Si el indicador está no visible, consulte con tutorial la posición "abierto" o "cerrado".

En algunos fuera de borda existe una tercera posición que abre el ingreso del pequeño tanque incorporado dentro de la carcaza.

- Filtro de combustible. 

La mayoría posee un pequeño filtro luego del grifo. Obsérvelo. Si está oscuro, quítelo y reemplácelo.

Si está navegando y no posee uno de repuesto, quítelo, perfore el elemento filtrante con un destornillador, (en el sentido del flujo), y colóquelo nuevamente con sus abrazaderas.

- Carburador.

Quítelo. Generalmente posee dos bulones. Retírelos. Desacople los cables del acelerador y del cebador.

Coloque su base hacia arriba. Proceda a desatornillar los 4 tornillos pequeños de esa tapa que preserva la cuba.

Dentro de la misma estará el flotante. 

No lo toque.

Observará en el centro de la cuba un caño en cuyo extremo, (atornillado en su interior) se halla la cabeza de un tornillito de bronce que posee una ranura para destornillador plano, con un orificio en el centro.

Desatornille y quítelo. 

He ahí el famoso "chiclé".

Una vez en su mano, con sumo cuidado de no perderlo, observe el sol o cualquier fuente de luz por su orificio. Si no penetra la luz, o lo ve sucio, límpielo con una hebra de las tantas que trae en su interior un cable eléctrico.

Nunca lo desobstruya con un alambre mayor que el diámetro del orificio.

Rearme con el cuidado de volver a colocar todo en su lugar incluyendo las juntas de la tapa de la cuba.

Su carburador regresará a funcionar correctamente.

PROBLEMAS DE REFRIGERACIÓN

Los motores marinos refrigeran tomando agua del entorno la cual, luego de circular por el interior, es expulsada por el escape o por conducto aledaño al mismo.

Para que el agua absorbida circule por el motor, posee un "impeller", (rotor constituído por un eje y aspas que gira dentro de una cavidad circular en la cual ingresa el agua y es impulsada por las pequeñas aletas de goma mencionadas como "aspas"). 

En determinadas circunstancias como falta de agua o vejez por no funcionar, el mencionado impeller o rotor de deteriora perdiendo total o parcialmente las aletas, dejando de impulsar.

De no advertir a tiempo ese deterioro, el motor se pasa de temperatura y se funde.

Cómo advertir a tiempo?

Los motores internos poseen reloj de temperatura. Los fuera de borda pequeños poseen un flujo de agua al exterior llamado "testigo" o burdamente "alcahuete". Consiste en un chorro de agua delgado que sale de la base del motor generalmente del lado derecho del mismo.

Quién opera los mandos del motor, periódicamente deberá observar el testigo.

Cómo proceder en caso de temperatura?

Detener de inmediato el motor.

Levantar la pata de motor. En su extremo inferior de halla la toma de agua resguardada por una rejilla a modo de filtro de impurezas.

Es probable que esté obstruido por plásticos, barro, algas o limo.

Desobstruir y controlar que el testigo regresé a arrojar agua.

Si no regresa a arrojar agua, debe sospechar se la rotura del rotor o impeller.

Proceder a su remplazo.

Para ello deben quitarse los bulones de la pata del motor. Desencajar la misma desacoplado también las varillas de la trasmisión.

A media distancia de la pata de halla el compartimiento circular del rotor. Quitar su tapa destornillador los tornillos de todo si alrededor. Con un destornillador, de hace palanca al rotor y sale sin problemas.

Colocar el nuevo.

Armar todo recordando volver a acoplar las varillas interiores.

COROLARIO

Si ante el menor problema de motor, usted llama un remolque, seguramente y si es hora de tránsito, alguien le tirará un cabo. 

Seguramente durante esa semana o la venidera concurrirá un mecánico quien reparará el desperfecto.

Pero atienda bien este párrafo: el mecánico que convocó su consocio, posee dos manos, (usted también); el mecánico posee un cerebro, (usted también); el mecánico posee un determinado nivel intelectual, (usted también).

Ese mecánico alguna vez abrió un carburador por primer vez... usted también.

Si posee dos manos, un cerebro y un nivel intelectual similar... ¿qué lo detiene a arremangarse, tomar unas herramientas y actuar?

¡Vamos hombre, vamos mujer!

Al terminar el arreglo, habrá conquistado conocimientos y autosuficiencia.

Y será más y mejor navegante que ayer."

jueves, 28 de agosto de 2025

Las crónicas de Abejonejo: El Marino añejo (un post de Marcos "Soltaramarras" P'tite Marie)

"El Marino añejo.

Hay un tipo de marino, hombre de mar, acabamos de cruzarnos con uno, la piel ajada, moreno, entrado en edad, enjuto, pelo cano anarquico y bañador de los 70s... Ambos a vela, traves de 15Kn nos pasamos a escasos 10 metros de vuelta encontrada, nos saludamos como viejos amigos disfrutónes, los barcos andan alegres y los capitanes también, el no verá lo mismo en nosotros, para el somos unos jóvenes aficionados con nuestro barco en buen estado general, una presencia y porte señorial, un Ketch nada menos, nada más... Nosotros en el vemos millas, experiencia, aventuras, infinidad de malos ratos y las peores averías en los peores momentos, pero sigue aquí, en la mar, por que ya a olvidado todo eso y en sus recuerdos están miles de amaneceres de colores increíbles, amigos navegantes en todos lados, anécdotas, veladas de cuento, navegadas con un viento perfecto de la dirección perfecta sin ola y sin barcos a la vista, amigo que lees esto, una vez que has vivido lo que te describo tu vida en tierra habrá terminado, perseguirás obsesivamente que eso se repita, estas perdido.

Al barco de ese marino, no le faltan cachivaches colgados por ambas bandas, por dentro y por fuera, un par de dinguis, los dos hechos polvo, garrafas de colores, y defensas colgando bailan alegremente en popa unas y por la banda otras, es un baile de esquizofrénicos desatados escuchando Led Zeppelin, la pasarela es un tablón de obra, lleva placas, solares de distinto tamaño, colocadas aquí y allá, un par de toallas que le regalaron o robo con publicidad de Nivea o Nestea, aro salvavidas descolorido, drizas y escotas con la edad del bañador, al llegar al fondeo los pijo yupis con sus Tuppers Lo miran con desgana, deseando que se ponga lejos porque les jode la foto, nosotros queremos conocerlo por que este marino SABE, la diferencia entre conocimiento y sabiduría, conocimiento es aquello que sabes a través del estudio, sabiduría es oler la meteo, mirar al cielo y empezar a estibar, arranchar, amarrar, largar cadena, hacer café y ponerte en la borda a esperar los gritos de los pijo-yupis y sus Tuppers."

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Con algunos de ellos me he cruzado, con algunos de ellos he mantenido largas conversaciones "de puerto"... Uno, en un remoto puertecito, me aventuró que me convertiría, con el tiempo, en alguien como él. Camino de ello llevo. Dios le oiga.

Nada más que añadir, señores. (Y esto, además de compartir el pensamiento, es mío) 







martes, 26 de agosto de 2025

Etapa 7: Sábado 23 de Agosto. Portman - Ensenada del Esparto (Canal del Estacio - Las Chapas). 21,5 millas

Buen día de navegación. Con mucho bordo como corresponde al viento y la mar reinantes, SurEstes, y de buen tono... 

Tras haber pasado una estupenda noche en la Punta Negra, justo bajo el faro de Portman. Y tras tomar el correspondiente y vivificador café, mientras compruebo por última vez la Meteo del día, arranco el motor y levanto el fondeo.

A eso de las 10 de la mañana, salimos del entorno de Portman. Un bordo largo para ir ganando Barlovento y separarnos de las piedras (miedo de piedras. ¡Pardiez!). Navegamos con "todo arriba", mayor y génova, sin sobresaltos, aunque teniendo que sortear varias "boyas" señaladoras de artes de pesca (algún día tendremos que hablar de esto).

Tranquilamente, entre 3,5 y 4 nudos, vamos haciendo millas. Hoy, aunque me guste poco, he decidido dar bordos más o menos largos, sobre todo para no desgastarme mucho físicamente.

Una vez nos aproximamos a la población de Cabo de Palos y al Cabo y Faro del mismo nombre, me sobrepasa un "cacho yate" de esos modernos. Bandera de alguna ex colonia británica, y con evidente intención, supongo yo, de llegar a baleares pronto.

Bueno, me ha pasado bien, dándome resguardo y no me ha generado mucha ola.

No es una navegación aburrida, hay otro par de veleros con mi mismo rumbo, y vamos echando una especie de regata... A ver quién llega primero al paso de Las Hormigas.

En ello estamos cuando, ya sabéis que en navegación a uno le sale un tercer ojo en el cogote, intuyo un "algo" haciendo el tonto por mi popa. Ese "algo", es un velero azul de "reconocida marca francesa con un caballito de mar en la proa" con toda la vela de proa flameando, cosa que parece importarle poco, a todo motor, cargado de familia, supongo. Va haciendo estúpidas maniobras... Como si tuviera que demostrar algo a alguien (supongo que a las novias de los adolescentes de a bordo). A mí, me corta la proa y me rodea completamente tres veces. A otro de los veleros "en regata", otro tanto de lo mismo. Un tercero, tras ver el plan, arriba todo, mete motor, y entra en el puerto de Cabo de Palos.

Este hombre, sigue yendo y viniendo, sin orden ni concierto, con la vela de proa unas veces recogida, otras flameando y sin trimar, pero eso sí, a todo motor.

Un par de veces, ¡Joder, parece que le gusta mi barco!, me hace modificar o interrumpir una maniobra... Aunque de pronto, enfila el paso entre "Las Hormigas" a todo motor y vira el cabo.

Bueno, me pienso, tendrá reserva en cualquier lado y quiere llegar pronto.

¡Que va!, estoy doblando el cabo y me lo veo parado, y fijándome fijándome, descubro que anda en discusion con los ocupantes de una neumática de buzos que por allí andaba. No me extrañaría que hubiera estado a punto de comérsela, visto el plan de navegación que llevaba.

Sigo a "mi bola". El viento me entra ahora por el través... Aceleramos hasta los 6 o 7 nudos, aunque me pienso que "tampoco tanto", y alivio un poco las escotas.

Tengo la Grosa y el faro del Estacio allí al fondo.

Voy haciendo las últimas millas de la jornada en rumbo directo, a buena velocidad y escora. El "individuo" me vuelve a pasar a toda máquina... Y se cruza con otro velero que  viene "de vuelta encontrada" casi comiéndoselo. ¡Holy Mother of the Beautiful LOVE!, me pienso.

Por mi babor, llevo un par de veleros de chárter, amigos del Maestre, el Kalima y creo que el Banjo, que deben de haber estado de fondeo frente al hotel Galúa.

José Luis, que debe de haber estado siguiéndome con el AIS, por alguna de las apps que hay para ello, me manda una foto y un saludito... Yo cuando estoy a la altura de casa de Carlitos, lo llamo para saludar también.
Para poco más da el día de hoy. Una vez comenzado el canal de acceso al puente del Estacio, pongo proa al viento, recojo trapos y viendo que en el canal hay "overbooking" para entrar, decido fondear en "Las Chapas".

Total, que a puntita de motor, a ese puerto-nopuerto me dirijo, al fondeo de dentro, donde el SurEste se hace notar bastante menos.

Pues ya estamos "en casa". Mañana a descansar en cuanto el viento, la corriente y el jodío puente lo permitan, vamos para adentro.

Reencuentro, o al menos cercanía, con amigos, a los que echo de menos y tengo ganas de ver...

Y como siempre os recuerdo. La colección de fotos de esta etapa, está disponible en mi tienda de Patreon. Si la compráis me echáis una mano para continuar con esta aventura, aunque también podéis suscribiros como "mecenas" en Patreon, con lo que os saldrá bastante más barato y tendréis acceso a material exclusivo. Gracias por vuestra atención y colaboración