martes, 9 de agosto de 2016

El Gusanillo.



¿Os suena ese “bulle-bulle”, ese “tole-tole”, que lentamente va creciendo dentro nuestra y que acaba convirtiéndose en unas irrefrenables ganas de aventura?… si, exacto, “el gusanillo”.

Pues ese gusanillo me esta volviendo a picar, de una forma casi imperceptible ha ido creciendo dentro de mí, alimentándose de los pensamientos del día a día, hasta convertirse en un bicho voraz e imparable.

Me han entrado unas ganas imparables de algo que voy a llamar “la ruta del estaño y del bacalao”… en honor a los fenicios, romanos y a todos aquellos navegantes de antaño que visitaron las Islas Británicas, las Islas Orcadas, las Islas Shetland y las Islas Feroe comerciando y trabajando (pescando) esos productos.

Y alguno pensará… “este tío esta como una regadera”, bien, es posible que así sea, pero ese gusanillo ha crecido demasiado dentro de mi como para poder quitármelo de la cabeza.

Como navegante del Mediterráneo me llama poderosamente la atención la “costera” atlántica, con sus durezas y sus suavidades, con su forma distinta de mar, tan distinta a mi "amada" P.O.Co.M. (ya sabéis, la P..a Ola Corta del Mediterráneo), me atrae la idea de subir “la cara” de la Península… “cabalgar” su frente, remontar la Galia hasta Normandía, cruzar hasta la “pérfida Albión”… y seguir subiendo hasta alcanzar aquellas islas donde los bacaladeros se “ganaban el sustento”…

Conozco el Atlántico “a favor” de los alisios, ahora me pica conocer lo que hay allá al Norte, donde los vikingos buscaban la mítica Asgard usando la mágica “piedra del sol”… ir a buscar el kraken y dejar que las valkirias me guíen hasta las islas donde los Inmortales celebran sus banquetes sin fin… más allá de donde se acaba el mar y el mundo se cae por sus bordes… (¡Pero quien me habrá mandado a mi leer tanta mitología…!).

Y a la vuelta… buscar los verdes valles de Eire… toparme con la isla fantasma de San Barandán, buscar tréboles de cuatro hojas rodeado de traviesos duendes, que vestidos de verde y con su pelirroja barba y pelo, tocan arpas y flautas… escuchar entre la bruma del amanecer las bocinas protectoras del faro de la traicionera roca de Fastnet… y volver tranquila y pausadamente, regodeándome en el Solent…


Esa es el viaje, la aventura que comienza. No se cuando, aunque anhelo pronto, pero se que ahora toca planificar como los antiguos navegantes… midiendo las singladuras,  buscando las recaladas, consultando guias y derroteros, cartas de pilotos para ajustar el tiempo al Tiempo... advirtiendo los posibles cambios de planes, que la mar es mutante en sus estados de animo… y como decía el viejo retruécano “El hombre propone, Dios dispone, la mar y la mujer… descomponen”... sin prisas, sin pausas.