jueves, 25 de agosto de 2016

V - Linuxeando que es gerundio: Feliz 25 (no) cumpleaños Linux

Pues eso, que tal día como hoy, hace ya 25 "tacos", Linus Torvalds publicaba el siguiente mensaje:

  • From:torvalds@klaava.Helsinki.FI (Linus Benedict Torvalds)
    Newsgroup: comp.os.minix
    Subject: What would you like to see most in minix?
    Summary: small poll for my new operating system
    Message-ID: 1991Aug25, 20578.9541@klaava.Helsinki.FI
    Date: 25 Aug 91 20:57:08 GMT
    Organization: University of Helsinki.
    Hello everybody out there using minix-
    I’m doing a (free) operating system (just a hobby, won’t be big and professional like gnu) for 386(486) AT clones. This has been brewing since april, and is starting to get ready. I’d like any feedback on things people like/dislike in minix; as my OS resembles it somewhat (same physical layout of the file-sytem due to practical reasons)among other things.
    I’ve currently ported bash (1.08) an gcc (1.40), and things seem to work. This implies that i’ll get something practical within a few months, and I’d like to know what features most people want. Any suggestions are welcome, but I won’t promise I’ll implement them
    Linus Torvalds torvalds@kruuna.helsinki.fi


A pesar de que hay algunas controversias acerca de si tomar esta fecha o la fecha de la publicación del primer kernel (17 de Septiembre de 1991), creo que por amplia mayoría podemos tomar la de hoy.

NOTA: véase el tradicional inconformismo y ganas de gresca que siempre nos ha caracterizado a los miembros de la comunidad (ya seamos meros usuarios, desarrolladores, testers...)... que si una distro u otra, que si un entorno u otro, que si entorno gráfico o pura linea de comandos... que si una fecha o la otra... pero quizás sea ese inconformismo y ganas de gresca lo que ha hecho avanzar a Linux y desarrollarse hasta limites insospechados -para algunos-, llegando a convertirse de un mero "divertimento académico" a un S.O. que le consigue poner los pelos de punta a mas de un ejecutivo "pequeño y blando", y haciendo que hasta la "manzana mordida" se haya sumado al movimiento.

Pues eso... Feliz 25 cumpleaños (o no) -¡joer que rajoyescos!.

miércoles, 17 de agosto de 2016

I - Filosofía de sobre de azúcar.

Esta serie, algunos la conoceréis ya de mi muro en el "caralibro"... pero a partir de hoy voy a colgarla aquí también. Y comenzamos con una de un gran español.

Filosofía de sobre de azúcar: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida."

Esto lo dijo un tal Miguel de Cervantes y Saavedra, de quien dicen quedose manco en la Batalla de Lepanto.

Sin necesidad de mayores comentarios, creo.

martes, 9 de agosto de 2016

El Gusanillo.



¿Os suena ese “bulle-bulle”, ese “tole-tole”, que lentamente va creciendo dentro nuestra y que acaba convirtiéndose en unas irrefrenables ganas de aventura?… si, exacto, “el gusanillo”.

Pues ese gusanillo me esta volviendo a picar, de una forma casi imperceptible ha ido creciendo dentro de mí, alimentándose de los pensamientos del día a día, hasta convertirse en un bicho voraz e imparable.

Me han entrado unas ganas imparables de algo que voy a llamar “la ruta del estaño y del bacalao”… en honor a los fenicios, romanos y a todos aquellos navegantes de antaño que visitaron las Islas Británicas, las Islas Orcadas, las Islas Shetland y las Islas Feroe comerciando y trabajando (pescando) esos productos.

Y alguno pensará… “este tío esta como una regadera”, bien, es posible que así sea, pero ese gusanillo ha crecido demasiado dentro de mi como para poder quitármelo de la cabeza.

Como navegante del Mediterráneo me llama poderosamente la atención la “costera” atlántica, con sus durezas y sus suavidades, con su forma distinta de mar, tan distinta a mi "amada" P.O.Co.M. (ya sabéis, la P..a Ola Corta del Mediterráneo), me atrae la idea de subir “la cara” de la Península… “cabalgar” su frente, remontar la Galia hasta Normandía, cruzar hasta la “pérfida Albión”… y seguir subiendo hasta alcanzar aquellas islas donde los bacaladeros se “ganaban el sustento”…

Conozco el Atlántico “a favor” de los alisios, ahora me pica conocer lo que hay allá al Norte, donde los vikingos buscaban la mítica Asgard usando la mágica “piedra del sol”… ir a buscar el kraken y dejar que las valkirias me guíen hasta las islas donde los Inmortales celebran sus banquetes sin fin… más allá de donde se acaba el mar y el mundo se cae por sus bordes… (¡Pero quien me habrá mandado a mi leer tanta mitología…!).

Y a la vuelta… buscar los verdes valles de Eire… toparme con la isla fantasma de San Barandán, buscar tréboles de cuatro hojas rodeado de traviesos duendes, que vestidos de verde y con su pelirroja barba y pelo, tocan arpas y flautas… escuchar entre la bruma del amanecer las bocinas protectoras del faro de la traicionera roca de Fastnet… y volver tranquila y pausadamente, regodeándome en el Solent…


Esa es el viaje, la aventura que comienza. No se cuando, aunque anhelo pronto, pero se que ahora toca planificar como los antiguos navegantes… midiendo las singladuras,  buscando las recaladas, consultando guias y derroteros, cartas de pilotos para ajustar el tiempo al Tiempo... advirtiendo los posibles cambios de planes, que la mar es mutante en sus estados de animo… y como decía el viejo retruécano “El hombre propone, Dios dispone, la mar y la mujer… descomponen”... sin prisas, sin pausas.






lunes, 1 de agosto de 2016

La vía de agua...

Hoy toca compartir esto con vosotros. Ya se que a algunos no os gusta como escribe o como piensa, que para el caso es lo mismo... pero a mi si.

Además, hoy ha tocado que hable de barcos... y de esos pequeños "sucesos" que a todos nos han acaecido alguna vez... 

Y sobre todo... del orgullo de un Patrón por su barco y su tripulación.

Ahí os lo dejo. ¡Gracias Arturo!.


Patente de corso de Arturo Pérez-Reverte
No hace mucho, estando en el mar, tuve una vía de agua. Algo en el instinto del que navega desde hace media vida me hizo comprender que algo a bordo no marchaba como era debido. Sin embargo el velero iba bien, con una mar razonable: marejadilla y viento de doce nudos que apenas levantaba borreguillos. Llevaba arriba el génova y la mayor, amurado a estribor. Era un día de navegación tranquilo. Acababa de bajar a la camareta para situarme y anotar la posición, como hago cada hora: estado de mar, viento, cielo, millas recorridas. Un vistazo al AIS para comprobar si había barcos cerca pero fuera de mi vista. Me disponía a volver arriba y a Mar cruel, la novela de Nicholas Monsarrat que estaba leyendo por tercera vez, cuando algo llamó mi atención. No fue nada concreto, sino la sospecha de que alguna cosa inusual ocurría.
Decía Joseph Conrad que la principal característica de un marino es una saludable incertidumbre. Dicho al contrario, la certeza de que todo el tiempo estás en un medio hostil donde puedes esperar cosas desagradables. Una perpetua desconfianza que se manifiesta en la ojeada que diriges alrededor cada cinco minutos, aunque estés leyendo un libro apasionante, adormilado o conversando con alguien. La mirada inquieta a esa mancha oscura que puede ser una racha peligrosa, a la nube de color sucio que empieza a formarse en el horizonte, a las luces del mercante que debe maniobrarte, pero que posiblemente no lo haga. «I call to the motor vessel in my port…». Navegar de verdad es exactamente eso: manteneros vivos, tú y la tripulación que en ti confía. No fiarte ni de tu sombra.
Navegas en un barco noble, al que conoces desde hace catorce años. Te ha sacado de apuros muchas veces, como cuando una racha repentina y criminal lo tumbó hasta casi tocar el palo el agua, en la oscuridad, rompiéndole el anemómetro en cuarenta y siete nudos de viento, y él solo se adrizó y puso proa a la mar mientas tú intentabas organizar el caos que había surgido a bordo. Lo conoces bien, y él a ti. Por eso nunca desdeñas sus avisos, sus codazos, sus insinuaciones. Su manera de navegar en unas u otras situaciones, el modo en que toma la mar. Cómo se mueve. Y ahora, inmóvil ante la mesa de cartas, con todos los sentidos atentos a lo que te dice, comprendes que está mandando un mensaje. Te habla como lo hacen los buenos barcos. Algo va mal, compañero. Cuidado. Algo va mal.
Compruebas los instrumentos. Luego vas hasta las puertas del motor, las abres y encuentras lo que el navegante más teme en el mundo: agua salada. El achique automático de la sentina ha fallado. Un agua aceitosa y abundante se mueve con el balanceo y ocupa un palmo y medio en el compartimiento del motor, cubriendo casi el eje de la hélice. Ver eso en alta mar es sentir miedo de verdad. Miedo auténtico. Y entonces, los años de navegación, las viejas rutinas sobre emergencias a bordo, actúan automáticamente, sin pensarlo siquiera. Tripulación alerta, motor en marcha, bomba funcionando, equipo de abandono del barco a mano, búsqueda de la vía de entrada. Un pan-pan-pan por la radio, latitud y longitud, diciendo que hay vía de agua y que trabajas en ella. Que de momento parece bajo control.
Al cabo de una tensa media hora localizas el punto, que no es como temías el prensaestopas de la hélice, sino una grieta grande en una de las tomas de agua del motor. Así que cierras el grifo de fondo, achicas en manual, taponas lo mejor que sabes, vuelves a la mesa de cartas y haces cálculos: puerto más cercano, playa de arena a medio camino, donde varar si todo se fuera antes al carajo. Tienes velas y viento. Entonces miras a la tripulación, dos chicas duras -patrón de yate una, patrón de recreo la otra, veintidós años navegando contigo- , y piensas que hace un momento se comportaron con serenidad y competencia, haciendo lo que debían hacer, fruto de su largo adiestramiento. Admitiendo con naturalidad que esto puede ocurrir; que navegar incluye días malos, o peores. Lo asumen y saben reaccionar sin nervios ni palabras superfluas, seguras de sí, obedeciendo órdenes sin discutir -un barco no es una democracia- , mirando atentas al patrón mientras aceptan, porque ésas son las reglas, poner sus vidas en tus manos. Y gracias a que también esta vez cumplimos todos con nuestro deber a bordo, puedes volver ahora a las páginas de Mar cruel, tranquilo respecto a lo que ocurrirá en las próximas millas. Hoy hemos sido marinos, piensas satisfecho. Todos. Y mientras navegas hacia un lugar seguro, te sientes orgulloso de tu tripulación y de tu barco.